Sigo con el grupillo del gimnasio haciendo cositas de montaña.
Esta vez la ferrata de Centelles. Será el fin de semana del 25 de octubre.
Hacía años que no la hacía. Lo primero que sorprende es la cantidad e coches que hay. Vamos Sebas, Olivia, David, Luismi y yo.
Sebas, que baja desde la Cerdaña en tren lo pierde y acabamos quedando a las 11h en Granollers. Eso nos vendrá bien, porque entraremos en la ferrata cuando ya ha pasado el grueso de la gente.
La verdad, viendo cómo está el tema recomiendo ir por la tarde a eso de las dos o las tres.
David y Luismi sólo han hecho la ferrata de la Cala del Molí que es una ridiculez comparada con esta. Así que sólo empezar en el primer desplome ya se hacen a la idea de lo que les espera.
El puente estaba bien. Son 60m de cable que hay que pasar de uno en uno, un auténtico cuello de botella. Pero tenemos que esperar poco por suerte. El cable está bastante tenso y no se mueve demasiado, lo suficiente para dar algo de vidilla a todos jeje.
Luego seguimos el tramo de flanqueo por las baumas que siempre se me hace pesado, pero bueno, es lo que hay. Como los vemos bien no nos andamos con chiquitas y los metemos por el tramo difícil. Aquí tiramos cuerda desde arriba para asegurarlos. Hay un desplome complicado con los escalones muy separados, que sin brazos, uf!
Pero todos pasan!! campeones 🙂
Por supuesto el tramo este va castigando y en la parte final que también tiene dos desplomes cortos, ya no tienen más remedio que ir anclándose por tramos. Pero bien, lo sacamos todo.
Creo que debido a la masificación han modificado la ruta de bajada. Ahora te obligan a ir por la carretera. Estaremos en total unas 5h en hacerlo entero. Buf, mucho, pero claro, si quieres pasar por el puente hay que esperar. También tuvimos un buen rato de espera en el tramo difícil, detrás de un padre y su hijo. El padre sufrió bastante para salir. Pero bien, todos esperando ahí estoicamente, que quien más quien menos ha estado en situaciones parecidas en otros contextos.
Con un hambre de caballo, nos paramos en Centelles. Un bar que a priori no parecía interesante porque hacían sushi, pero fue una grata sorpresa. Bravas hechas al horno exquisitas, bocatas con pan hecho por ellos mismos. Apuntado si volvemos por ahí. No recuerdo el nombre 🙁
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