Siguiendo hacia arriba por carretera unas cuantas millas más llegas a Fairbanks. Es una ciudad pequeña, pero como todas que se extiende a lo ancho.
Estuvimos en el Pioneer Park, un parque que conserva la parte histórica. Tiendecitas, restos del ferrocarril y explotación minera y un barco a vapor de los que remontaban los ríos de la zona.
Pioneer Park
Pioneer Park, restos de maquinaria a vapor
Dormimos en Ah Rose Marie B&B. Muy cálido con un desayuno espléndido.
Y nos recomendó cenar carne a lo bestia en un sitio cercano.
Nos metimos un menú de parrillada de carne que recomiendan para dos personas. Y no nos lo pudimos acabar!!
Atracón de carne!! ya quedaba poco…
Imprescindible el museo del hielo, donde te hacen demostración en directo de la escultura en hielo. Nos hizo un caracol “muy mono” en minutos!
Y de ahí ya lo siguiente era ir a Cheena Hot Springs.
Totalmente prescindible!! son unas aguas termales a 60 millas de Fairbanks que no tienen nada de especial ni de bonito. Ni tan solo el paisaje, que es el mismo bosque con pequeñas colinas que está por todo Alaska. Mejor id a las que hay en la Cerdanya.
Pasamos una noche allí y pudimos ver las ardillas en acción, eso sí.